sábado, 21 de noviembre de 2020

“La partida”


 . “La partida”

Cuando aborde el avión, se agrietó mi corazón, una parte quedó allí, donde nací, donde está enterado esa parte del cordón umbilical, que me une a está tierra y a lo que más amo, la otro parte late en mi pecho, es la que vive con la esperanza, del reencuentro...

Interminables e insaciables fueron aquellos días, de mi niñez, donde quizás faltaron juguetes, pero nunca hubo escaces de amigos; entrañables son aquellos años de adolescencia, entre la impaciencia y la alegría de las primeras ilusiones; como agua fresca corriendo por los valles, fueron esos días de juventud, tejiendo ideales con los sueños y sintiéndome dueño de mi destino, sin pensar que llegaría el día, en que tendría que emprender otro camino.

Por eso dejar mi tierra, no fue como cambiarse las vestiduras, fue más bien desnudar el alma, para descubrir cuanto de ella vive en mí.

Un murmullo de marimba, casi como un lamento inefable desgarraba mi alma, cuando partí, pues como poder evitar semejante dolor, si era como cuando uno deja un gran amor; cómo partir indiferente, cuando mis huellas aunque imperceptibles están allí, allí donde soñé con los ojos abiertos, allí donde recibí mis lecciones de vida, es por eso que es honda la herida.

Se que por sus calles vegan, como huérfanos, mis primeros versos, mis canciones, que a lo lejos lloran con gemidos de poesía, que hoy son los ecos poco perceptibles, que solo se escuchan en el silencio.

Cómo hubiera querido, traerme todo eso de allá, pero parto desnudo, tal y como llegué, pero incompleto, porque dejo un cofre repleto con mis vivencias y recuerdos. Hoy vivo en un país, donde soy un extraño, donde no tengo nombre, ni pasado, donde nadie me extraña, ni espera, porque soy uno más, entre los muchos que vienen.

Pero tengo una identidad, que me da individualidad y que de alguna forma, más de alguien nota, pues denota mi origen, pues tengo impreso en mis retinas sus paisajes, tengo en mis manos, metida entre la uñas, la tierra donde estas manos sembraron flores, tengo en mi piel los colores y el aroma a tierra mojada y cuando habla mi lengua, no puede evitar, el casi declamar, los poemas, donde siempre, está el dulce nombre, que sacude a este hombre: Guatemala.
Oxwell L’bu copyrights 2020
Foto: Paisajes De Guatemala Steven
#Guatemala