martes, 3 de mayo de 2011

***Hay Champurradas***





***¡Hay Champurradas!***

Como patojas ilusionadas
esperando en la panera,
por alguien que las saque
a bailar…

El café impaciente las espera,
cual si fuera la pista de baile,
donde los cristalitos de azúcar
al ritmo de una cuchara giran
como si fueran luces intermitentes.

Los patojos aparecen de la nada,
hurtando pedacitos o dándoles mordidas,  
pues es su sabor una cordial invitación
cuando se sirven en la mesa…

Tostaditas y crujientes son la mayor
tentación para el que guarda dieta,
porque de no tomar ahora una,
te quedas sin probar ninguna.

Ya que vuelan más rápido que
los patojos en bicicleta,
pues no hace falta que escuchen
el sonido de una corneta,
que los llama a rancho.

En el desayuno, el almuerzo o la cena
comerse solo una es una condena…
Más si han sido bañadas en ajonjolí.

¡Mira niña que yo no fui!
Porque si alguna ha sido mordida
habrá sido por un boca forajida
que no se supo controlar.

¡Mira! Que hasta los patojos
se olvidan de los juegos, la televisión
o la tarea cuando escuchan el hervor
de la cafetera….

 Será ese aroma a tierra morena,
o será su atractiva textura…
La que a todos les hace perder
el decoro y la. cordura,
cuando se sirven en la mesa.

Pues a la voz de: ¡Hay champurradas!
El hambre arde a llamaradas,
ya que a esas patojas nadie las deja
vestidas y alborotadas…

Oxwell L’bu

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