***Aroma A Tierra Mojada***
Me basta con cerrar los ojos
y en un segundo sin importar
en qué lugar del mundo este,
vuelvo a sentirte cerca…
Me llegan los aromas de mi tierra,
aromas a tierra mojada que cobija,
la presencia latente de mis ancestros,
cuyas almas se extasían con ese aroma
a café, cardamomo y fresas en abril.
Es ese aroma el que me provoca
querer estar cerca de allí…
Allí donde se inicio mi historia,
donde escribí las más bellas
de mis memorias.
Allí donde un trocito de suelo,
fue mi pedacito de cielo,
que compartí con esos amigos
de infancia con los que de tanto
reír me dolió la pansa…
¡Ah! Cuando siento ese aroma
a tierra mojada mi alma tiembla
de emoción al evocar todas esas
pequeñas cosas que ni el tiempo
ha podido borrar.
Porque mi felicidad no se enfocaba
en las cosas que tenía…
Sino en las que compartía…
Cuanta dulzura evocan mis recuerdos,
a pesar de que también probé el
sabor amargo de la despedida…
Una despedida que nuca he logrado
concluir… Porque la verdad es
que nunca me termine de ir.
Ya que una parte de mi permanece allí,
de la misma forma que algo de ella
va conmigo a donde quiera que vaya.
Porque es ese aroma a tierra mojada,
la que me trae a raudales tantas memorias,
al punto que uno quisiera poder materializar
cada recuerdo.
El recuerdo de los aromas de sus comidas
ancestrales preparadas de generación,
en generación con tanta devoción.
Los aromas de la Semana Santa
o la navidad…
La fragancia de sus doncellas,
que de la noche a la mañana
dejan de ser esas patojas mocosas.
Me pregunto ¿Cómo es posible?
Que ese aroma, inunde mi presente,
como si fuera una ola de mar.
Al punto que aun estando en otro lugar,
mis sentidos, mi alma y mi mente,
sienten tan cerca a esa madre que
me espera…
Oxwell L’bu Copyright © 2011
Imagen: Internet
Me basta con cerrar los ojos
y en un segundo sin importar
en qué lugar del mundo este,
vuelvo a sentirte cerca…
Me llegan los aromas de mi tierra,
aromas a tierra mojada que cobija,
la presencia latente de mis ancestros,
cuyas almas se extasían con ese aroma
a café, cardamomo y fresas en abril.
Es ese aroma el que me provoca
querer estar cerca de allí…
Allí donde se inicio mi historia,
donde escribí las más bellas
de mis memorias.
Allí donde un trocito de suelo,
fue mi pedacito de cielo,
que compartí con esos amigos
de infancia con los que de tanto
reír me dolió la pansa…
¡Ah! Cuando siento ese aroma
a tierra mojada mi alma tiembla
de emoción al evocar todas esas
pequeñas cosas que ni el tiempo
ha podido borrar.
Porque mi felicidad no se enfocaba
en las cosas que tenía…
Sino en las que compartía…
Cuanta dulzura evocan mis recuerdos,
a pesar de que también probé el
sabor amargo de la despedida…
Una despedida que nuca he logrado
concluir… Porque la verdad es
que nunca me termine de ir.
Ya que una parte de mi permanece allí,
de la misma forma que algo de ella
va conmigo a donde quiera que vaya.
Porque es ese aroma a tierra mojada,
la que me trae a raudales tantas memorias,
al punto que uno quisiera poder materializar
cada recuerdo.
El recuerdo de los aromas de sus comidas
ancestrales preparadas de generación,
en generación con tanta devoción.
Los aromas de la Semana Santa
o la navidad…
La fragancia de sus doncellas,
que de la noche a la mañana
dejan de ser esas patojas mocosas.
Me pregunto ¿Cómo es posible?
Que ese aroma, inunde mi presente,
como si fuera una ola de mar.
Al punto que aun estando en otro lugar,
mis sentidos, mi alma y mi mente,
sienten tan cerca a esa madre que
me espera…
Oxwell L’bu Copyright © 2011
Imagen: Internet