“Y volar un barrilete hasta el cielo”
Quién no tiene ese anhelo, de volar un barrilete hasta el cielo y poder mandarle un mensaje a los que han partido...
Cuando llegaba el mes de noviembre, el viento se confabulaba con la imaginación y parecía cantar una canción. Los niños ya de vacaciones, con ganas de aventurar y cargados de emociones, bajábamos al barranco de la Guacamayas en la Colonia, para hacernos de algunas barras de bambú y de paso jugábamos a no más poder, nos gustaba correr entre las ramas de los chichicastes y al terminar, íbamos con la ropa llena de esas pequeñas bolitas con espinas, que se aferraban a la ropa y que pican en la piel.
Partíamos la caña en tiras delgadas, íbamos a la librería Dragón, esa que estaba cerca de la ceiba a comprar papel de China de los más vistosos colores, para construir el barrilete más bonito y grande posible; si algunos optaban por comprarlo, pero era más emocionante uno mismo diseñarlo, hacer el engrudo para pegarlo y combinar los colores. Y no pocas veces hacerlo con los amigos de la cuadra.
Y allí iban los patojos, con ese sonrisa pícara y traviesa, a los campos de fútbol y a las áreas verdes que hoy tristemente son parqueos(el negocio de quienes los administran) a volar el barrilete, construido con las propias manos. Las abuelas decían, que siempre habían en los cielos angels esperando, que cuando se elevaban los barriletes y una vez arriba y se enviaban los mensajes por medio del hilo, escritos en pequeñas hojitas de papel, los ángeles, los tomaban y se los llevaban a aquellos que ahora miraban en el cielo.
No pasó mucho tiempo, para que mis hermanos y yo tuviéramos una razón para hacer el barrilete y envíele mensajes a nuestro hermano mayor. Hoy tengo muchas razones para hacer un barrilete y muchos mensajes por enviar, pues a ese lugar muchos de mis seres amados se han mudado, así como amigos, con los que en más de una ocasión, también hicieron y volaron un barriletes.
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#Diadetodoslossantos
#Barriletes