.“El cielo de las ánimas”
Sopla el viento de noviembre, llevando en sus ráfagas un lamento, cuanto lo siento… El cielo que era azul, en un momento se tornó gris, si gris como la lombris que recién sale de la tierra, porque alguien la ha despertado, el pájaro avispado, no tardará en devorarla.
Logubre es el panorama de quien no ama; sopla el viento y la muerte tiembla, porque sabe que se desvanece, cuando no hay olvido. Se oye el ruido de los niños corriendo en el cementerio, las mamás los llaman a comer el fiambre, entonces sienten hambre y van como un enjambre, buscando la miel, de los ayotes, patojos cerotes no dejan de correr.
Es que tienen que correr, como la vida, que apenas, se aprende a respirar y ya se tiene que expirar, inicia como se termina llorando, por eso lo importante no es llegar, sino saber caminar. Sopla el viento y tras de las nubes, las almas del purgatorio, se han conjurado y esperan impacientes.
Los barriletes están por volar y el viento se ha confabulado, para llevar los telegramas que al cielo harán llegar, cuando los barriletes toquen el cielo, entonces el viento empujará y empujará, los mensajes que los vivos quieren enviar al más allá…
Las ánimas en el cielo esperan y desesperan, los patojos no dejan de correr, pues no saben que la vida es un suspiro…
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