“Antigua la ciudad de la alegría”
El tiempo se quede suspendido, contemplándola, se enamoró de alegría y decidío quedarse allí, donde los niños no crecen, donde las leyendas permanecen y cobran vida y se puede ser feliz, no por lo que pase afuera, sino por lo que ocurre dentro.
Cuando era un niño, sentía suma alegría, cuando llegaba mi abuelita y nos decía, prepárense patojos, que vamos a la Antigua. Había que tomar dos buses para poder llegar y en el camino uno iba silbando o cantando y otras veces contando los árboles, los vehículos de determinado color o simple y sencillamente admirando el paisaje.
Al llegar, la Antigua no era un parque de diversiones o ese lugar donde todo mundo sueña irse de vacaciones, porque encontrará excitantes emociones, no, es un lugar con su propio encanto. Porque allí cada calle tiene su historia, cada piedra su huella y cada bugambilia que cuelga de un balcón, parece estar sonriendo.
Antigua es la ciudad de la alegría, no porque sea un parque de diversiones o porque sea un lugar para beber y las buenas maneras perder...Sino porque es un lugar donde puedes encontrarte contigo mismo, así que cuando vayas a Antigua hasta ese favor, tomate las selfies que quieras, tómale fotos a ese bellolugar, luego apaga tu celular y déjate arrebatar, por su encanto. Porque en Antigua se respira paz, es un lugar diferente a los demás y por eso cuando llegan gentes de otros países quieren quedarse.
La gente anda sin prisas, sin la urgencia de lo inmediato, sino con la calma que da estar consciente de que este es el momento para ser feliz. Con una felicidad que viene desde el interior y se proyecta hacia afuera, en el saludo cotidiano, en la amabilidad congruente, pero sobre todo en la alegría de compartir.
Antigua, la ciudad de la felicidad, un lugar donde en verdad, puedes reencontrar esa alegría que no es de momentos, ni depende de “las cosas alegres que te sucedan” sino de esa armonía que puedes encontrar en tu interior. Así es Antigua, mágica, bohemia y soñadora.
Oxwell L’bu copyrights 2019
#AntiguaGuatemala
El tiempo se quede suspendido, contemplándola, se enamoró de alegría y decidío quedarse allí, donde los niños no crecen, donde las leyendas permanecen y cobran vida y se puede ser feliz, no por lo que pase afuera, sino por lo que ocurre dentro.
Cuando era un niño, sentía suma alegría, cuando llegaba mi abuelita y nos decía, prepárense patojos, que vamos a la Antigua. Había que tomar dos buses para poder llegar y en el camino uno iba silbando o cantando y otras veces contando los árboles, los vehículos de determinado color o simple y sencillamente admirando el paisaje.
Al llegar, la Antigua no era un parque de diversiones o ese lugar donde todo mundo sueña irse de vacaciones, porque encontrará excitantes emociones, no, es un lugar con su propio encanto. Porque allí cada calle tiene su historia, cada piedra su huella y cada bugambilia que cuelga de un balcón, parece estar sonriendo.
Antigua es la ciudad de la alegría, no porque sea un parque de diversiones o porque sea un lugar para beber y las buenas maneras perder...Sino porque es un lugar donde puedes encontrarte contigo mismo, así que cuando vayas a Antigua hasta ese favor, tomate las selfies que quieras, tómale fotos a ese bellolugar, luego apaga tu celular y déjate arrebatar, por su encanto. Porque en Antigua se respira paz, es un lugar diferente a los demás y por eso cuando llegan gentes de otros países quieren quedarse.
La gente anda sin prisas, sin la urgencia de lo inmediato, sino con la calma que da estar consciente de que este es el momento para ser feliz. Con una felicidad que viene desde el interior y se proyecta hacia afuera, en el saludo cotidiano, en la amabilidad congruente, pero sobre todo en la alegría de compartir.
Antigua, la ciudad de la felicidad, un lugar donde en verdad, puedes reencontrar esa alegría que no es de momentos, ni depende de “las cosas alegres que te sucedan” sino de esa armonía que puedes encontrar en tu interior. Así es Antigua, mágica, bohemia y soñadora.
Oxwell L’bu copyrights 2019
#AntiguaGuatemala