“Diálogos en el ángel de la noche”
Así como cada día, al caer la tarde, este punto en el universo se pone a escribir y transcribir, lo que recibe; al caer la noche enfrenta a la soledad y entabla con el ángel de la noche esos diálogos interminables, que no pocas veces continúan en los sueños.
La luna es testigo, aunque a veces se esconde... Hay noches que son de desvelos, a veces son noches eternas, a veces son noches, tan efímeras que apenas he conseguido conciliar el sueño, cuando tengo que despertar e ir a trabajar.
No, no precisó de pastillas para dormir, ni me acuesto con los fantasmas de la ausencia y en mi almohada, no hay espacio para las preocupaciones, porque ya está ocupado por esas sublimes inspiraciones.
Cada noche, al entrar a mi habitación azul, como leon solitario, yo lo percibo, aunque no lo miro, allí me está esperando, aguardando, a que termine de atender lo urgente, para que finalmente tenga tiempo para lo importante.
En el tiempo han quedado aquellas visitaciones celestiales, aquellos consuelos, envueltos en su manto protector... Pero el amor sigue allí y el ángel me lo viene a recordar.
Mi vida se ha poblado de ausencias y él lo sabe, vivo el tiempo de mis otoños, donde la vida se ve desde una perspectiva diferente. Pero el ángel me recuerda que aquel niño sigue vivo en mi, que el ímpetu de aquel adolescente demente sigue vibrando en mi corazón, que el joven idealista sigue soñando y persiguiendo utopías.
Nuestros diálogos , no son monólogos interminables, no son voces que murmuran, son realidades latentes vibrando en diferentes dimensiones, que no se alimentan de emociones sino de certezas.
Ojalá, algún día pudiera transcribir esos arrebatos sublimes, pero las palabras limitan, lo que solo viviendo se comprende.
Oxwell L’bu copyrights 2019
Así como cada día, al caer la tarde, este punto en el universo se pone a escribir y transcribir, lo que recibe; al caer la noche enfrenta a la soledad y entabla con el ángel de la noche esos diálogos interminables, que no pocas veces continúan en los sueños.
La luna es testigo, aunque a veces se esconde... Hay noches que son de desvelos, a veces son noches eternas, a veces son noches, tan efímeras que apenas he conseguido conciliar el sueño, cuando tengo que despertar e ir a trabajar.
No, no precisó de pastillas para dormir, ni me acuesto con los fantasmas de la ausencia y en mi almohada, no hay espacio para las preocupaciones, porque ya está ocupado por esas sublimes inspiraciones.
Cada noche, al entrar a mi habitación azul, como leon solitario, yo lo percibo, aunque no lo miro, allí me está esperando, aguardando, a que termine de atender lo urgente, para que finalmente tenga tiempo para lo importante.
En el tiempo han quedado aquellas visitaciones celestiales, aquellos consuelos, envueltos en su manto protector... Pero el amor sigue allí y el ángel me lo viene a recordar.
Mi vida se ha poblado de ausencias y él lo sabe, vivo el tiempo de mis otoños, donde la vida se ve desde una perspectiva diferente. Pero el ángel me recuerda que aquel niño sigue vivo en mi, que el ímpetu de aquel adolescente demente sigue vibrando en mi corazón, que el joven idealista sigue soñando y persiguiendo utopías.
Nuestros diálogos , no son monólogos interminables, no son voces que murmuran, son realidades latentes vibrando en diferentes dimensiones, que no se alimentan de emociones sino de certezas.
Ojalá, algún día pudiera transcribir esos arrebatos sublimes, pero las palabras limitan, lo que solo viviendo se comprende.
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