***El Mensajero de los Dioses***
Cual si fueran centinelas atalayas
de los dioses las pirámides,
se yerguen en la selva tropical.
...Cual si fueran manantiales por
donde las estrellas se deslizan,
en cornisas emplumadas con
vestido real…
El sacerdote saluda a la luna
y a las estrellas, mientras en el
horizonte se duerme el sol.
La multitud espera del cielo
su aprobación…
Y aguarda al espíritu que habita
la pirámide por su intercesión.
Los que disputan el juego de pelota
Jugándose la vida empiezan a aplaudir
y se escucha un eco que resuena
en los flejes del inframundo.
Entonces la voz de las pirámides
empieza a cantar con voz de pájaro,
con voz de serpiente.
Y la voz surca los cielos en forma
de ecos que viajan por la selva,
hasta que todo queda en silencio.
Las estrellas empiezan a trinar
como que quisiera cantar
y cual si fuera una estrella fugaz
o un trueno en el horizonte.
Una serpiente emplumada surca
el horizonte con reflejos de
un verde tornasol que se pierde
en la selva.
Llevando en su pecho un corazón
que sobre sale y un plumaje tan
hermoso que provoca que hasta
las pirámides empiecen a cantar….
A cantarle al “Mensajero de los
Dioses” que los ha venido a
visitar…
El Quetzal danza al ritmo del trinar
de las estrellas y canta con la voz
que tiene ecos de eternidad.
Canta y danza ante los hijos de
la libertad…
Pueblo poliglota que en esta
tierra se ha venido a reencontrar.
El mensajero de los dioses trae
voces con ecos de eternidad,
ecos de una cultura milenaria
que sigue floreciendo en
la tierra del Quetzal.
Oxwell L’bu
Imagen: Internet
Cual si fueran centinelas atalayas
de los dioses las pirámides,
se yerguen en la selva tropical.
...Cual si fueran manantiales por
donde las estrellas se deslizan,
en cornisas emplumadas con
vestido real…
El sacerdote saluda a la luna
y a las estrellas, mientras en el
horizonte se duerme el sol.
La multitud espera del cielo
su aprobación…
Y aguarda al espíritu que habita
la pirámide por su intercesión.
Los que disputan el juego de pelota
Jugándose la vida empiezan a aplaudir
y se escucha un eco que resuena
en los flejes del inframundo.
Entonces la voz de las pirámides
empieza a cantar con voz de pájaro,
con voz de serpiente.
Y la voz surca los cielos en forma
de ecos que viajan por la selva,
hasta que todo queda en silencio.
Las estrellas empiezan a trinar
como que quisiera cantar
y cual si fuera una estrella fugaz
o un trueno en el horizonte.
Una serpiente emplumada surca
el horizonte con reflejos de
un verde tornasol que se pierde
en la selva.
Llevando en su pecho un corazón
que sobre sale y un plumaje tan
hermoso que provoca que hasta
las pirámides empiecen a cantar….
A cantarle al “Mensajero de los
Dioses” que los ha venido a
visitar…
El Quetzal danza al ritmo del trinar
de las estrellas y canta con la voz
que tiene ecos de eternidad.
Canta y danza ante los hijos de
la libertad…
Pueblo poliglota que en esta
tierra se ha venido a reencontrar.
El mensajero de los dioses trae
voces con ecos de eternidad,
ecos de una cultura milenaria
que sigue floreciendo en
la tierra del Quetzal.
Oxwell L’bu
Imagen: Internet
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